Quedó sólo y murió en la casa abandonada de los baúles

La casa abandonada de los baules

Descubre está increíble hacienda abandonada hace más de una década. Un portal dimensional a otro tiempo. Encontramos dinero muy antiguo,

Habíamos aparcado lejos, así  que decidimos acercarnos con naturalidad y mucho sigilo a la casa. Según la información que habíamos recabado, el sitio estaba deshabitado desde hacía tiempo, pero eso no garantiza que algún lugareño o alguna persona con una situación complicada se hubiese instalado en el lugar.

Cuando llegamos a las inmediaciones de la casa, no apareció ningún perro ladrando. Buena señal.

Inspeccionamos el exterior. No había duda que el sitio estaba deshabitado desde hacía mucho tiempo, sólo quedaba ver si podíamos entrar.

En ese momento, no sabíamos que estábamos en una casa que tiene lo más parecido a una puerta dimensional, si es que existe, y un anfitrión al otro lado, Toni.

Atravesamos una zona llena de zarzas que nos dejó rasguños en los brazos. Era parte del precio que teníamos que pagar si queríamos llegar a una ventana semioculta por la maleza que nos brinda un brillo de esperanza de acceder a la casa.

Y allí estaba, el portal a otra dimensión, un portal que se abría a otra época, un portal que nos transportó varias décadas atrás en el tiempo, un portal que nos condujo a Toni, un tipo excepcional que nos permitió pasear durante un rato, por su casa.

Toni, hijo de labradores, nació a inicios del siglo pasado. La vida de campo en aquellos momentos no era fácil, requería dedicación completa, trabajo de sol a sol que dejaba poco espacio para otras cosas.

Siguiendo los pasos de sus progenitores, se convirtió en un joven labrador, sin embargo, el destino le deparaba otros menesteres más complejos.

Con el estallido de la guerra civil española en 1936, Toni tuvo que marchar al frente, formando parte del Cuerpo del Ejército del Maestrazgo, una rama del Ejército del Norte, perteneciente al bando franquista que fue fundado en 1938 y formó parte de las campañas del Ebro y Catalunya. 

Con el fin de la guerra, el Cuerpo de Maestrazgo quedó a cargo de la gestión de ocho campos de concentración en Ciudad Real y Toni pasó al grupo de veteranía con un expediente exquisito, no tuvo ni una sola falta reseñable en su paso por el ejército.

Toni continuó su vida junto a sus padres en la casa que estaba perfectamente adaptada para ellos,  seguía una estructura clásica de las casas de labranza de la época: una planta con la chimenea para cocinar, comedor y almacén, y otra planta superior para las estancias de noche, en este caso, una habitación de matrimonio, la habitación de Toni y más espacio de almacenamiento.

Con el paso de los años, Toni contrajo matrimonio y tuvieron por lo menos dos hijos si atendemos al número de camas infantiles que encontramos. En zonas de campo, era muy habitual que las familias vivieran bajo el mismo techo, así que decidieron dedicar parte de la zona de almacenamiento de la planta superior a crear dos nuevas habitaciones para Toni, su mujer y sus hijos.

Deducimos que tras el fallecimiento de los padres de Toni, la familia trató de  tener una fuente de ingresos además del campo, y abrieron un negocio local en una población cercana, quizá regentado por su mujer.

El tiempo fue pasando, como una apisonadora implacable, lenta pero firme. Los hijos de Toni marcharon, y su mujer falleció, quedando sólo en esta casa que un día estuvo llena de vida.

Intuimos que trasladó su habitación a la que antaño fue la de sus padres, y sólo hacía uso de la cocina, comedor y dormitorio. Satisfacía sus necesidades básicas e instintos más primarios en soledad, viendo pasar los días hasta que finalmente, su paso por este mundo finalizó.

La naturaleza no tardó en comenzar a recuperar el espacio que un día le fue usurpado. La decadencia sigue apoderándose de este entrañable lugar que antaño brilló con luz propia.

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