Obligado a abandonar su lujosa casa dejándola intacta por una discapacidad mental

Obligado a abandonar su lujosa casa

Una familia adinerada. Un problema de salud mental. Una casa abandonada forzosamente. Descubre la historia de los Bonnet, una familia adinerada castigada por la desgracia.

Las enfermedades relacionadas con la salud mental son un problema social que en nuestros tiempos cuenta con una gran incomprensión.

Eres blandengue.

Ya estás otra vez igual.

Yo te espabilaba a ostias.

Cuanta tontería llevas encima.

Tienes cuento.

En fin … si sufres o has sufrido un problema de este tipo, es posible que sepas de que te hablo. Y no sólo la salud mental, también lo podemos extrapolar a otras enfermedades como la que sufren tantas personas, la fibromialgia, sin ir más lejos, enfermedad que también padece Mayka, lleva el mismo estigma, pero vamos a lo que vamos, la salud mental.

Históricamente se ha hablado del cuidado del cuerpo y el alma como un todo y la influencia del uno sobre el otro, no obstante, dependiendo del nivel cultural de cada sociedad y sus creencias místicas, el tratamiento ofrecido a la mente ha sido distinto.

Mientras en algunas culturas como las precolombinas, quién tenía problemas mentales sufría una trepanación del cráneo, una forma elegante de decir que te hacían un agujero en la cabeza, para que salieran los malos espíritus, en otras, un poco menos, digamos, agresivas, como era el caso de la griega, la figura histórica Hipócrates relaciona los problemas de la mente con un desequilibrio corporal vinculado a los fluidos, haciendo una primera aproximación del comportamiento de un paciente en relación a problemas con sus órganos.

Podríamos hacer un recorrido más amplio respecto a este interesante tema, pero acabaría antes el vídeo que el relato, así que saltaré hasta finales de la segunda guerra mundial, concretamente a finales de 1940 que es cuando la. La Organización Mundial de la Salud definió la problemática de la salud mental tal como se entiende en la actualidad y pasó a formar parte de los sistemas de salud naciones de los distintos países con mejor o menor fortuna.

Y ahora dirás … vale, guay … pero, ¿qué tiene que ver esto con el vídeo que estamos viendo?

En breve lo vas a saber y, probablemente, te toque la fibra sensible.

El señor y la señora que llamaremos Bonnet, un nombre que no responde a su apellido real para mantener su privacidad, tuvieron una longeva pero difícil vida.

Deducimos que nacieron a lo largo de los años 30, y contrajeron matrimonio a la década de los 60, fecha en la que compraron la casa que estás viendo.

Era una pareja joven, guapa, llena de sueños e ilusiones de los que probablemente, cumplieran algunos y otros se quedaron por el camino, aunque ya no importa, ya no están.

Por la situación y la decoración de la casa, no fueron extremadamente ricos, aunque tampoco debieron tener carencias económicas ya que contaban con muchas comodidades y una decoración que no estaba al alcance de cualquiera.

No sabemos exactamente cuando, pero creemos que a lo largo de la misma década que contrajeron matrimonio, tuvieron un hijo varón, y aquí, es cuando la vida les cambió para siempre y comenzaron su particular relación con los problemas vinculados a la salud mental.

Aparentemente, su hijo nació con un problema en su cerebro que le causó una cierta discapacidad psíquica, todo y que en las fotos que hemos visto, no lo aparenta en absoluto, hecho que de bien seguro le hizo estar toda su vida debatiéndose entre una aspecto a la que llamaremos normal para entendernos y un transitorio complejo de entender y gestionar para cualquiera.

Quién sabe, quizá esta circunstancia reforzara al núcleo familiar aunque por las noches, en silencio y soledad, lloraran por su pena.

Los años fueron pasando. El pequeño Bonnet se convirtió en un lustroso mocete, parece que aficionado a la música ya que le hemos visto en más de una foto con un acordeón.

Mientras los padres dormían en su acogedora habitación presidida por dos imágenes de sus caras pintadas, una a cada lado de la cama en la parte donde dormían, en la habitación contigua se encontraba el pequeño.

Eso de que el tiempo vuela, no es sólo un dicho. 

En un abrir y cerrar de ojos, los Bonnet estaban celebrando sus bodas de oro, 50 años de matrimonio, toda una vida juntos. Debía correr el año 2000 y el que fuera un pequeño amante de la música, ya era todo un hombre de unos 40 años que continuaba bajo la protección de sus ascendientes.

Pero nada es para siempre.

Sobre el 2010, los Bonnet, siendo octogenarios, dejaron este mundo con una doble pena, la de marchar para nunca volver, y la de dejar fuera de su protección a una persona que necesitaba de su cariño y supervisión.

Llegados a este punto, el hijo, huérfano y cargando con un peso que no había pedido y desde luego, querido, se veía incapacitado para mantener una vida normal sólo en la que fuera su hogar durante 50 años, así que ingresó en un centro de salud mental donde en principio, continua viviendo y lo seguirá haciendo hasta el final de sus días.

Entre tanto, la casa continúa vacía sin nadie que la habite ni se preocupe de ella.

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