No encontramos palabras que describan la increíble belleza de este palacio abandonado francés que perteneció a una familia burguesa con unos exquisitos gustos por la estética de la época.
Este impresionante lugar tiene una delicada leyenda a sus espaldas, un complejo acceso lleno de trampas como por ejemplo cepos en el camino, incluso un vigilante que pasa de tanto en tanto y se dedica a dar perdigonazos a los incautos que nos aventuramos a pasar por allí.
Superados estos obstáculos, lo que aparece ante nuestros ojos, es uno de los mejores palacios franceses abandonados que podemos visitar, cargado de detalles, recuerdos, fotografías del siglo pasado, un imponente piano de cola y unas estancias que quitan el aliento.
El universo parecía conspirar contra nosotros.
A medida que nos acercábamos a este impresionante castillo por una solitaria, estrecha y oscura carretera, el entorno se comenzó a tornar blanquecino.
Una intensa niebla cayó sobre nosotros.
Nuestra vista apenas alcanzaba a ver la sobria carretera débilmente iluminada por las luces del coche que a duras penas lograban atravesar el denso manto blanco que nos envolvía.
A pesar de todo, nuestro empeño en visitar este lugar era mayor que las evidentes dificultades que nos estaba poniendo el tiempo, así que continuamos hacia nuestro destino con una emoción tremenda, pero ni con toda esa emoción y empeño, logramos vencer los caprichos de la naturaleza.
Repentinamente, el coche comenzó a patinar. Sí, patinar, literalmente. Más de 1.500 kilos de vehículo con sus ocupantes dentro deslizándose por la carretera a su libre albedrío sin control alguno.
Logramos detener el vehículo.
Respiramos, nos relajamos y bajamos del coche para ver la gravedad del percal en el que nos habíamos metido. Y era un buen percal.
Habíamos estado transitando sobre una capa de nieve que cada vez era más gruesa. Abramos la misión y con un cuidado extremo volvimos al hotel con esta maravilla a tan sólo 3 kilómetros de distancia.
Al día siguiente, nos dedicamos a explorar otros lugares, ya habíamos abandonado la idea de ver este palacio, pero algo pasó, algo muy mundano, algo muy tonto … comenzamos a bromear con la idea de repetir la ruta y vernos envueltos en otro follón con la nieve.
Entre broma y broma, dijimos … ¿y si no hay nieve? ¿Y si no ha cuajado?
Miramos la previsión del tiempo. Lluvia. Nuestra salvación, la lluvia y la nieve no suelen ser grandes amigas.
Dicho y hecho. En esta ocasión el coche no se deslizó como una bola de masa por la carretera, iba firme a pesar de la tormenta y así, a lo tonto, zas … el castillo estaba a nuestro alcance!
Aparcamos y comenzamos la segunda parte de la aventura, llegar a esta reliquia en plena noche, empapados, y sin saber muy bien cómo íbamos a entrar … más de media hora de caminata entre charcos, barro y árboles, pero valió la pena, ya que como estás viendo en tu pantalla, pudimos acceder esta maravilla para que podamos disfrutarla juntos.
Visitar este lugar fue emprender un viaje a otra época durante unas horas, y sentirnos como si fuéramos parte de la burguesía francesa del siglo XIX. Confiamos que durante un rato, también seas partícipe de esa sensación.
Continuamos nuestra visita por este magnífico castillo. Utilizamos la palabra magnífico porque es lo más aproximado que podemos verbalizar las sensaciones prácticamente indescriptibles que sentimos cuando nos encontrábamos paseando por las estancias de este sitio tan brutal.
Si no has visto la primera parte del palacio, al que hemos apodado SISI, te recomiendo que lo hagas, probablemente alucines.
Vamos a realizar un recorrido un tanto peculiar, ya que veremos unas habitaciones que representan la máxima expresión del lujo de la época, junto con el ala destinada al servicio. Un peculiar contraste de opulencia y austeridad.
En cualquier caso, hay que poner las cosas en contexto. La austeridad en la que vivía el servicio, eran estancias más que confortables para la clase obrera de aquella época.
Según hemos podido averiguar, el palacio no es tan antiguo como inicialmente pensamos. Tenemos que remontarnos a inicios del siglo XX para encontrar imágenes de este lugar ya construido, aunque la historia familiar es anterior. En los álbumes fotográficos hay imágenes de finales del siglo XIX, donde además de escenas familiares, vemos un amplio número de militares, y una importante afición familiar por la equitación.
La última documentación que identificamos es de finales del siglo XX, presumiblemente es la época en la que el castillo quedó deshabitado. Según parece, los últimos herederos fueron dos hermanos, uno de los cuales falleció, y que sigue con vida tiene una avanzada edad y no puede hacerse cargo de esta maravilla.
Si has visto la primera parte del vídeo, conocerás las estancias nobles de la planta baja y las habitaciones más lujosas de la planta superior, todo accesible desde una amplia escalera de mármol que utilizaba la familia propietaria.
El servicio, por su parte, tenía una escalinata de madera que recorría todo el castillo y conectaba tanto sus habitaciones, como el acceso a las estancias nobles desde una puerta diferente a la familia y acceso directo a la cocina.
Nos ha parecido curioso es que en el acceso de la parte del servicio a las estancias nobles, habían picas para lavar las manos y muebles con utensilios de higiene para poder limpiarse antes de servir a la familia en persona.
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