La mansión abandonada del luto no es un lugar cualquiera, es un lugar que tiene mucho significado para nosotros ya que ha supuesto un antes y un depués en muchos aspectos de nuestra vida y en nuestra relación con el mundo de la exploración.
Descubre todos los detalles que representa este lugar a tanto a nivel personal para nosotros, como la historia de un sitio impresionante que perteneció a una familia adinerada que vivió en la época de Enrique IV.
Actualmente, la mansión del luto llora desconsolada por la falta de cuidados, carencia que la llevará a un dramático destino, la decadencia extrema que acabará consumiendo cada bello rincón.
Recorrimos un largo camino hasta llegar a este lugar, y no me refiero sólo a kilómetros, sino a un largo viaje desde que nos entró la idea de ir a esta mansión, hasta que lo conseguimos.
Durante este viaje, nos hemos desprendido de algunos enseres, y hemos incorporado otros en nuestra mochila. El balance es sin duda positivo, sin embargo, no dejan de ser enteres mundanos, lo realmente relevante de este viaje, es que ha sido la última mansión francesa que hemos compartido con una estrella que ahora nos ilumina, una estrella que nos impulsa y nos acompaña para siempre.
Llegamos muy emocionados al abandono, conocido entre los que practicamos esta peculiar afición, como la mansión del luto. Al fin, teníamos ante nuestros ojos la imponente construcción que nos dejó impresionados por su belleza.
Tenemos que remontarnos al XVI para conocer el origen de esta mansión, concretamente a la etapa en la que reinó Enrique III de Navarra y IV de Francia, primero de la casa de Borbón en este país, rey también conocido como Enrique el Grande por ser considerado por los franceses como el mejor monarca que ha gobernado por su país, ya que además de velar por los intereses de Francia buscando un equilibrio entre La Paz y la prosperidad, tuvo gran consideración con sus súbditos, quedando esta bien resumida en una célebre frase que se le atribuye: “Un pollo en las ollas de todos los campesinos, todos los domingos”.
Dentro de ese contexto de prosperidad, la segunda familia más importante de la zona donde se encuentra esta edificación, una familia acaudalada que había hecho fortuna a mediante el cultivo de sus inconmensurables terrenos, ordenó la construcción de la mansión, que se convertiría en su hogar a lo largo de varios siglos.
No es mucha la documentación que hemos encontrado de la mansión, sin embargo, sí hemos conocido que las relaciones de la familia con las altas esferas del estado eran férreas, hasta el punto que el mismo Enrique de Borbón durmió en este lugar para descansar en el transcurso de un viaje de estado.
Parece ser que la habitación en la que pernoctó, que se conserva prácticamente igual a cómo estaba en aquel momento, es la que tiene la cama con el baldaquino, un claro signo distintivo sólo utilizado por personalidades distinguidas.
La mansión fue reacondicionada durante el siglo XIX para adaptarla al estilo neo-renacentista de aquel momento. También se construyeron prácticamente todas las chimeneas para hacer más confortable las enormes estancias en los fríos inviernos.
Probablemente, toda la documentación previa a la remodelación se perdiese, ya que los papeles que hemos visto, fundamentalmente partituras, cartas, diccionarios y periódicos, son del siglo XIX en adelante. El análisis de estos documentos lo dejamos para la segunda parte del vídeo, junto al estilo de vida que se respiraba en este lugar.
Perdemos el rastro de los acontecimientos en el siglo XX, no hemos logrado descubrir con certeza qué causó el abandono y deterioro irremediable al que está sujeto la mansión. Tenemos algunas teorías acerca de lo que pudo suceder, como
- la pérdida de terrenos y poder adquisitivo por parte de los herederos que no pudieron hacer frente a los gastos que supone un lugar de tal magnitud,
- un cambio de manos, es decir, una venta de la mansión por parte de la familia original a una segunda familia acaudalada que nunca llegó a instalarse definitivamente, quedando la casa como residencia temporal que cada vez fue menos frecuentada, hasta el punto que actualmente es inhabitable
- incluso la venta de la mansión a un millonario de otro país que nunca llegó a habitar en ella
En cualquier caso, la mansión del luto llora desconsolada por la falta de cuidados, carencia que la llevará a un dramático destino, la decadencia extrema que acabará consumiendo cada bello rincón.
El suelo crujía bajo nuestros pies. Las maderas vigas y maderas sobre las que nos desplazamos estaban podridas por la humedad y la carcoma. Debíamos ir con sumo cuidado, cada paso que dábamos, podía ser el último.
Entre lo peculiar del lugar, el crujir de las maderas a cada paso que dábamos y el viento golpeando las ventanas, estábamos tremendamente sugestionados … y no hay nada peor que la imaginación desbordada para vivir una fantasía aterradora en la que la sensación de que alguien observaba nuestros devenires por la casa, era constante.
Si era real o no, eso ya lo dejo para cada uno. Aun así, nada nos impidió seguir disfrutando de esta maravillosa mansión, de la que puedes conocer su historia en la primera parte de La Mansión del Luto.
Nos pareció muy curiosa la distribución de la mansión, compuesta por tres plantas claramente diferenciadas.
En la primera, estaban las estancias que podríamos llamar, de día: recibidor, comedor, cocina y despacho como espacios destacables.
La segunda planta, tenía las estancias de noche, es decir, las habitaciones, en este caso, las nobles, donde dormía la familia propietaria y estaba la habitación donde descansó el rey Eduardo de Borbón.
Alguna de estas habitaciones contaba con una estancia separada para que servicio más cercano a los residentes, pudiera atenderles durante la noche. Curiosamente, el acceso a estas habitaciones de servicio no era a través de la habitación principal, sino por pasadizos que parecían pasillos secretos de forma que si no era necesario, la familia no se cruzase con los cuidadores.
En la tercera planta, se encontraban las estancias del servicio. Distintas habitaciones que como veremos parecían tematizadas, para que pernoctaron los criados y realizarán en algunos casos sus labores.
Curiosamente, en esta mansión, los residentes y el servicio no tenían escaleras separadas para ir a sus habitaciones como sucede en algunos castillos y palacios que hemos visitado.
La distribución de las habitaciones de los criados nos parecieron particularmente destacables, dado que no eran habitaciones digamos “estándar” sino que cada una de ellas tenía unos elementos muy específicos que parecían estar destinados a la actividad que realizaba cada persona en la mansión.
Realizamos un recorrido que comienza por una habitación en la que habían útiles de cocina, multitud de periódicos y una bañera para niños. Hemos visto en fotos que había también una bañera para adultos que actualmente no está.
Otra estancia tiene toda la pinta de pertenecer a una costurera, ya que cuenta con una máquina de coser y todos los enseres para tal fin.
También nos encontramos con una habitación que está justo frente a lo que podríamos llamar una pequeña biblioteca con libros y manuscritos, donde hay un escritorio con artículos para escribir. Nos recordó a una habitación de los antiguos escribas de la Edad Media, intelectuales que gestionaban cuentas, elementos legales, o hacían servicios de secretariado entre otros.
Concluimos nuestro recorrido con una amplia estancia que tenía cunas y camas pequeñas, además de algunos juguetes. Actualmente podríamos llamar a esto una pequeña guardería para dejar a los niños mientras los adultos se ocupaban de sus menesteres.
Cuéntanos que te ha parecido este lugar, comenta si lo has encontrado tan fascinante como nosotros, un sitio entrañable, decadente y misterioso, un sitio que probablemente acabe en ruinas castigado por la rueda implacable que es el paso del tiempo. Un sitio único.
Relatos del pasado con hechos curiosos y misteriosos de nuestra historia en tu bandeja de entrada. Te apuntas gratis. Te borras gratis.