Todo hacía presagiar que nos esperaba un gran día, nos esperaba una exploración que llevábamos esperando realizar mucho tiempo, pero las cosas comenzaron mal.
La aventura comienza con el pie izquierdo
El despertador sonó a las 6:04h de la mañana, 20 minutos antes de lo previsto.
Mierda, nos hemos equivocado al programar la alarma. Eso pasa por pedírselo a SIRI que a veces entiende lo que le da la gana.
Sí, la alarma debía sonar a las 6:24h. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Nos esperaban más de 5h de viaje hasta el destino, esos 20 minutos hubieran estado bien, pero bueno, teniendo en cuenta lo que íbamos a ver, no era algo tan grave.
Habíamos quedado con un amigo que venía con nosotros, Víctor. Debíamos recogerle a las 7:35h, así que tras quitarnos las legañas, vestirnos con nuestras mejores galas de exploradores y coger los enseres para el viaje, salimos hacia el coche.
Con una felicidad extrema, encendemos el coche, salimos del aparcamiento y …
PIIIIIIIIIII … el maldito pitido que dice que algo no va bien y un ROJAZO deslumbrante en el ordenador de a bordo. El rojo es chungo, muy chungo.
¿En serio? ¿Nos vas a dejar ahora tirados en la puerta de casa?
¡WTF! ¿Qué necesita ahora el coche para no fastidiarnos la aventura? Líquido refrigerante … ¿Falta líquido? ¿Se ha roto un manguito y hay una fuga? ¿Ha venido un marciano maléfico a gastarnos una broma de mal gusto?
Abrimos el capó. El depósito del líquido refrigerante está completamente vacío. El corazón comenzó a palpitar con fuerza …
¿Me queda líquido refrigerante en el maletero?
¡Si! … salvados por la campana. 2,5 litros del preciado líquido que en este caso era de color rosa, estaban allí, esperando a hidratar el engranaje el coche.
Llenamos el depósito hasta el nivel máximo, nos volvemos a meter en el coche, encendemos y … voila … ya no pita nada y no hay ningún indicador rojo. Habíamos perdido 15 minutos, pero sería algo anecdótico si no había ninguna fuga que nos dejase tirados a mitad de camino.
El orfanato nos espera
Estábamos a inicios del invierno, así que las temperaturas eran bajas. El frío azotaba con fuerza, aunque dentro del coche, eso parecía algo anecdótico, aunque el gélido paisaje y las zonas montañosas cargadas de nieve se empeñaban en avisarnos que teníamos que ir abrigados al bajar del coche.
Tras unas horas de trayecto, avistamos el ansiado lugar, un sitio que se nos había resistido durante meses, pero allí estaba. El coche se había portado bien y no había vuelto a dar señales avería. Bravo!
Aparcamos bien, algo que no siempre sucede en nuestras exploraciones. Bajamos del coche, Nos abrigamos hasta las cejas, cogimos las mochilas y nos dirigimos hacia el decadente lugar.
No sabíamos el acceso, así que nos tocaba toquetear puertas, revisar vallado, etc. en fin, lo habitual si no tienes ninguna referencia previa. No fue un problema, tardamos muy poco en acceder al recinto. ¡Bien!
¿Quieres saber qué nos esperaba dentro?