Joder, sería la hostia eso de ser rico.
Ahora viene cuando alguien dice esa frase tan manida de “el dinero no da la felicidad”. No, claro. Llegar pelado a final de més, tampoco la da y mira … así estamos muchos.
Verás.
El otro día estuvimos haciendo exploración de campo. Si no conoces el término, no tiene nada que ver con ir explorando huertos a ver si encontramos rarezas. No. Se trata de tirarte horas marcando sitios en Google Maps, coger el coche, y darte una paliza de kilómetros mirando sitio por sitio si se puede explorar.
Ya ves, encontrar sitios bonitos no es ni tan fácil ni tan glamuroso como puede aparentar.
El caso, es que nos topamos con un caserón que parecía una mansión. Vamos, lo que viene siendo una flipada de sitio.
Nos costó horrores entrar, pero una vez lo hicimos … wow … wow y wow!
¡Qué maravilla!
Comenzamos a indagar y pudimos suponer parte de la historia de lo que allí sucedió. Una vez en casa, seguimos investigando y encontramos los orígenes del lugar y la trayectoria de las familias que allí vivieron.
¿Sabes qué?
Eran adinerados. Adinerados de narices.
Vivieron momentos felices y momentos dramáticos.
Los momentos dramáticos fueron jodidos. Muy jodidos, a pesar del dinero.
Mira.
No quiero aburrirte con un tocho de correo, así que te dejo un enlace por si quieres conocer esta historia y muchas más de casas abandonadas.