Exploramos un palacio abandonado decadente que pasó del lujo a la ruina. Descubre el origen de la historia que se remonta a más de 500 años cuando una familia terrateniente contruyó su residencia fortificada que acabaría convirtiéndose en un maravilloso castillo de cuento de hadas.
Viajamos al corazón de Francia para encontrar este misterioso castillo construido en el siglo XV.
Sus orígenes son un tanto desconcertantes, ya que a pesar de ser uno de los castillos más antiguos de la zona, apenas hemos encontrado documentación sobre los primeros propietarios que vivieron en una época en la que Francia estaba inmersa en la Guerra de los Cien Años, una larga y devastadora guerra que duró más de un siglo y que tuvo un impacto profundo en la sociedad y la economía del país.
Los dueños de este sitio de cuento de hadas, también vieron grandes avances culturales provenientes del surgimiento del Renacimiento francés, una época de importante creatividad artística y literaria.
No podemos dejar de lado que también compartieron época con una figura emblemática, Juana de Arco, quien lideró a las fuerzas francesas a la victoria en varias batallas importantes contra los ingleses.
No deja de sorprender que un castillo que se construyó en este complejo contexto histórico, logrando sobrevivir más que dignamente a lo largo de varios siglos, haya acabado incautado por las autoridades.
Una locura.
Vamos a hacer un recorrido por los pasillos de este castillo mientras desgranamos su historia, ¿te apuntas?
A pesar del avance de las sociedades, la agricultura sigue siendo uno de los pilares básicos de muchas economías. Por más ordenadores, móviles e internet que tengamos, el campo es de donde salen muchos de los alimentos tan necesarios para la vida, algo que no ha cambiado a lo largo de los siglos. Algo que sabía muy bien una familia que estaba haciendo una fortuna con la compra y el cultivo de terrenos que vivió hace más de 500 años, familia a la que llamaremos de forma hipotética los Tudor.
Los Tudor supieron sacar partido al particular tipo de tierra y el clima de la zona donde estaban asentados, ideales para el cultivo de la vid. Dado que en la Europa del siglo XV era muy popular el vino dulce, se metieron de lleno en su producción, lo que les generó una importante fuente de ingresos.
El negocio iba viento en popa. Compraron terrenos y más terrenos. Trabajaban en el campo, contrataban jornaleros y contribuían al desarrollo económico de la región, así que decidieron asentarse en pleno corazón de sus propiedades haciendo lo que inicialmente fue una gran casa fortificada.
Sí, fortificada, el siglo XV no era precisamente una época en la que hacer castillos de naipes … o tenías un buen lugar donde resistir los embistes de otros terratenientes ansiosos de poder, o incluso de tropas extranjeras en busca de conquistas, o estabas jodido.
Y así, es como vio la luz la primera edificación que acabaría siendo un castillo de película, aunque todavía le quedaba un buen camino que transitar para ver su máximo esplendor.
La producción de vinos de alta calidad de la zona le otorgó un gran prestigio que se mantiene en nuestros días.
Los terrenos se convirtieron en ansiados objetos de deseo de otros terratenientes adinerados que luchaban entre ellos, procurando arrancar unas hectáreas a sus vecinos a golpe de dinero o de argucias.
El contexto político de los siglos venideros a la construcción de la casa fortificada no fueron fáciles, las luchas de poder y las guerras era una constante con la que también tenía que lidiar los productores de vino, algo a lo que no era ajeno el linaje de los Tudor.
En el siglo XVII, visto que el negocio seguía siendo fuerte y todo indicaba a que iría en aumento, decidieron proteger mejor la que fuera su casa y bodega, ampliando la vivienda y construyendo torreones defensivos que más que darle un aspecto semejante a los castillos más clásicos, le dio un aire de castillo de cuento de hadas, aunque probablemente esas ampliaciones cumplían ambas funciones.
Todo iba viento en popa.
En el siglo XVIII, el linaje Tudor amplió nuevamente sus terrenos. Eran imparables.
Durante todo este tiempo, el castillo cambió de nombre hasta en tres ocasiones. Eran pequeñas variaciones y no sabemos a qué se deben, aunque en una versión romántica e idealista, nos gusta pensar que fueron nuevos bautizos, nuevos renacer tras cada ampliación.
Todavía le quedaba un bautizo más. Seguramente nadie pensó en aquellos entonces que ese nuevo cambio de nombre sería también una condena.
Mientras los Tudor seguían produciendo vino y viviendo en su flamante castillo, el tiempo iba pasando.
Así, a lo tonto, llegamos al siglo XIX, época en la burguesía francesa se vio sumergida en una corriente romántica de preservación de patrimonio histórico y cultural, lo que llevó a muchos propietarios de mansiones, castillos y palacios a emprender importantes reformas para la restauración y conservación de su patrimonio.
Los Tudor no podían ser menos, así que se sumaron a esa visión romántica y acometieron una restauración y redecoración de su castillo, que también recibió el nombre con el que se le conoce actualmente, el nombre con el que pasó de la opulencia a su incautación por las autoridades y finalmente, su abandono.
Se trata de una interesante historia que merece un desarrollo más extenso del tiempo que queda de vídeo, así que te lo contaremos en una segunda parte mientras seguimos viendo las estancias de este sitio tan cargado de historia.
La nostalgia es una sensación que nos invade cuando recordamos momentos del pasado. Puede ser una emoción poderosa que nos transporta a épocas y lugares que ya no existen mientras nos hace ver la rapidez con la que pasa el tiempo.
Cuando miramos hacia atrás en nuestra vida, puede resultar ser difícil creer cuantos acontecimientos llevamos a nuestras espaldas, algunos felices, algunos tristes, algunos dramáticos. Sean cuales sean, esos acontecimientos nos dejan una huella imborrable que nos acompaña hasta el final de nuestros días.
No sabemos si cuando los Tudor se ven invadidos por la nostalgia, echan la mirada atrás, observan el largo linaje del que proceden, y el poder que ostentaban en su región, sienten felicidad o tristeza por lo que un día fue.
Sea como sea, es innegable que una de las máximas expresiones de su riqueza, su castillo fortificado, vivió mejores momentos. La edificación que sigue luciendo esplendorosa, se está consumiendo en su interior mientras la justicia investiga cómo algo tan representativo de la burguesía, ha acabado en manos de la justicia por malversación.
Vamos a recorrer la historia y los pasillos de este castillo a partir del cambio de milenio, nuestro contemporáneo 2000.
Si quieres conocer sus orígenes que se remontan a más de 500 años, te invito a ver la primera parte y descubrir la evolución de esta joya ahora abandonada.
El cambio de milenio fue una época de preocupación y máxima expectación para muchas personas.
Se extendió la creencia popular de que los sistemas informáticos podían fallar masivamente, los aviones podían caer del cielo o tener accidentes al dejar de funcionar los sistemas de navegación, los sistemas financieros se iban a ir al garete, incluso los más catastrofistas apostaban por un apocalipsis.
Nada de eso sucedió, aunque algo sí que pasó con la propiedad que estamos visitando.
Desconocemos si fruto de las fiebres catastrofistas del 2000, un acto de elitismo, o un plan premeditado de acomodamiento del castillo para su venta, hizo que los Tudor reformaran, nuevamente, el castillo.
Tras esta reforma, abrían sus puertas una vez al año para que los lugareños y curiosos pudieran visitarlo gratuitamente.
Por aquellos entonces, un grupo empresarial asiático estaba haciendo fuertes inversiones en la zona, comprando tanto castillos como viñedos. En sus planes de expansión, tocaron la puerta de la casa de Los Tudor con una oferta que les debió convencer, ya que vendieron su flamante castillo recién reformado por el que presumiblemente obtendrían una buena suma de dinero.
Sin saberlo, Los Tudor habían firmado la sentencia de muerte de este emblemático lugar.
El 2010, el grupo asiático propietario del castillo adaptó sus estancias para convertirlo en un lujoso hotel y centro de convenciones que anunciaban tal como:
Situado a 30 minutos de una gran ciudad, el Hotel es uno de los castillos más antiguos de la región. En el corazón de un terreno rodeado de viñedos, este lugar combina antiguas piedras cargadas de historia con elementos técnicos de última generación.
Completamente destinado a eventos, su amplia variedad de salas puede acoger a grupos desde 20 invitados hasta 300.
Cuenta con equipos de proyección, servicios de catering, incluso cenas de gala, un escenario de ensueño para eventos y bodas inolvidables que incluyen suites de invitados y suite nupcial para los novios.
El castillo ofrece la opción de disponer en exclusiva de todo el recinto, lo que da acceso a 500 m2 de las salas de la planta baja y jardines, junto a una zona de aparcamiento para 100 plazas.
Haga de su estancia una experiencia única e inolvidable.
Sin duda, algo mágico, ¿no te parece?
Aunque la magia duró poco.
En 2015, un alto mando de la policía francesa fue alertado por medio de un informe de supuestas actividades fraudulentas del holding asiático que estaba comprando propiedades en su jurisdicción, así que inició una investigación policial que resultó ser demoledora.
Según el informe, había sospecha de malversación de fondos públicos para la adquisición de propiedades.
La policía, junto a la oficina de delitos financieros, desplegaron todo su poderío para investigar qué estaba sucediendo. Tan sólo dos años después del inicio de las pesquisas, incautaron la mitad de las 20 propiedades que había adquirido el holding, cesando cualquier actividad profesional como fue la hotelera y la producción de vino, un golpe demoledor no sólo para las propiedades en sí, sino también para la economía de la zona.
Y así, es como el legado de 500 años de historia se evapora de un plumazo. Así es como los esfuerzos de varias generaciones queda sepultado por prácticas supuestamente fraudulentas. Así es como una familia mira hacia atrás, y sus ojos se llenan de lágrimas.
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