Visitamos una antigua casa familiar abandonada en la que vivieron varias generaciones. Sus orígenes se remontan a inicios del siglo XIX, cuando se construyó al borde de unos terrenos prolíficos para el cultivo de la uva.
Las diferentes generaciones de la familia se dedicaron en cuerpo y alma a la vitivinicultura, es decir, a cultivar y hacer vino, trabajo que complementaban con una pequeña granja para tener básicos.
Se trata de una casa funcional, sin lujos, una casa que podríamos denominar clásica de las familias trabajadoras del campo que contaba con los estable, los espacios de almacenamiento y la vivienda, en este caso en dos plantas, la inferior destinada a la zona que podríamos denominar de día, es decir, cocina y comedor, y la superior la zona de noche, con las habitaciones y una pequeña sala de estar.
En este lugar, no había lujos, sólo trabajo. Mucho trabajo.
Presumiblemente, los últimos propietarios de la casa, un matrimonio entregado a la familia, siguieron con la tradición familiar, trabajando la vid y formando una familia, donde tuvieron por lo menos, tres descendientes, y en este caso, uno de ellos, un joven que tuvo que alejarse de su familia para cumplir sus obligaciones con el estado, nos va a relatar en una entrañable carta cómo era la vida en aquella época, y cuando hablamos de aquella época, nos referimos exactamente al 10 de agosto de 1948.
Apreciados padres y hermanos: deseo que al recibo de la presente disfruten de la más perfecta salud.
Yo perfectamente bien a Dios gracias.
Desde que he recibido el paquete, que nada sé de ustedes y me extraña mucho, les escribí el día siguiente de haber recibido el paquete, no se lo lo que les pasará, pero ya me figuro que están en el golpe fuerte de la faena y no tenéis lugar para ello, pero aunque sean unas letras solamente para saber algo yo como podéis figurarse estoy impaciente por saber.
Yo no estoy relajado ya que no puedo hacer más el (cuentitis) ni opciones tampoco me dan, me encuentro muy fuerte como se puede decir, como antes y ya hago mas servicios que un pepe, pero prefiero mejor así porque al no ser nada también me cansaba, es verdad que la buena vida también uno se cansa.
¡Ya no me acordaba del paquete!.
No tengo nada, estoy como un lobo hambriento, suerte que dan bastante buena comida y puedo tripear de miedo.
Menos mal que ya empiezan a mandarnos las uvas y tengo una casa que estoy invitado a comer.
Esta casa es donde tengo mas confianza de este pueblo, se me llevan muy bien además todos los días voy a cenar allí pero me parece que tendré que aflojar un poco, porque veo que la cartera se afloja mucho y no es plan quedarse sin un chavo, pero aunque les diga esto, no lo digo porque me mandan, todavía tengo 50 pesetas y me tengo que acostumbrar a no gastar tanto que este tiempo he gastado más de la cuenta.
Seguramente estaréis trillando a todo meter, ya me diréis si ha salido mucho, y también cómo van las uvas y los higos chumbos que tanto me gustan, a mi me parece que me tendré de quedarme con las ganas, si es de que nos licencian pronto pero me parece que va muy largo todo esto, que están haciendo la puñeta con tanta mili.
Aquí hace un tiempo formidable con mucho sol, suerte que me rio de él porque solo salimos cuando uno tiene fiesta.
En ninguna cara me dicen si han llegado los primos de viaje de novios, a lo mejor ya han llegado, ¿no?
Sin mas por la presente muchos recuerdos a toda la familia y especialmente al abuelo le dais un abrazo de mi parte y decirle que me acuerdo de él.
Y de ustedes se despide su hijo y hermano que no les olvida.
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