En el corazón de la República Checa, donde los densos bosques ocultan secretos que el tiempo parece haber olvidado, se alza un castillo que desafía toda lógica: Houska. Construido en el siglo XIII, a simple vista podría parecer una típica fortaleza medieval. Sin embargo, basta con observarlo detenidamente para darse cuenta de que hay algo profundamente perturbador en su estructura. Houska no fue erigido para defender, ni para ser habitado. Fue construido para sellar algo.
A diferencia de otras construcciones de la época, Houska carece de torres de vigilancia, ni de fosos defensivos. Su ubicación, en lo alto de un acantilado y lejos de rutas comerciales o estratégicas, desconcierta a historiadores y arquitectos. ¿Qué motivó a sus constructores a levantar un edificio tan imponente en un lugar tan remoto?
La respuesta está enterrada en las leyendas locales. Se dice que Houska se erigió sobre una grieta que conducía directamente al infierno. Antes de su construcción, los lugareños evitaban la zona, aterrados por los espectros que supuestamente emergían del abismo. Durante la noche, se escuchaban aullidos y lamentos provenientes del agujero, y quienes se acercaban decían ver criaturas retorcidas y figuras oscuras acechando en las profundidades. Los animales se negaban a pastar en la zona, y ni siquiera las aves se posaban sobre el suelo. Los aldeanos más supersticiosos creían que el agujero era un portal por donde los demonios accedían al mundo de los vivos.
Sellar el abismo
El temor era tan grande que, según la leyenda, los constructores idearon una solución desesperada: sellar la grieta con el castillo. Para asegurarse de que nada escapara de las entrañas de la tierra, colocaron la capilla de Houska justo sobre el agujero, dedicando el lugar a santos y figuras religiosas, como si de un exorcismo arquitectónico se tratara. El objetivo no era proteger a los habitantes del castillo, sino mantener bajo control lo que estuviera al acecho en la oscuridad.
Durante su construcción, se cuenta que se ofreció a algunos prisioneros condenados una oportunidad de redención: si se descolgaban dentro del abismo y regresaban para contar lo que habían visto, obtendrían la libertad. Los primeros en aceptar la oferta bajaron amarrados con cuerdas, pero tan solo unos minutos después de descender, sus gritos de horror hicieron que los guardias los izaran de inmediato. Según los relatos, los hombres emergieron con el cabello completamente canoso y los rostros desencajados, como si hubieran envejecido décadas en cuestión de minutos. Incapaces de articular palabra, solo murmuraban sobre criaturas imposibles y sombras que devoraban la luz.
Después de este episodio, se decidió que el agujero nunca más sería abierto, y la capilla se convirtió en un punto de vigilancia espiritual, con rituales y rezos constantes para mantener la oscuridad a raya.
La ocupación nazi y los experimentos ocultos
La historia de Houska podría haber quedado como una simple leyenda medieval de no ser porque, siglos después, durante la Segunda Guerra Mundial, el castillo atrajo la atención de los nazis. Conocidos por su obsesión con lo oculto y lo esotérico, los altos mandos alemanes establecieron una base en Houska, llevando a cabo experimentos que aún hoy siguen envueltos en el misterio.
Se rumorea que los nazis buscaban abrir el portal sellado y liberar el poder que creían estaba atrapado en el abismo. Algunos afirman que intentaban utilizar el castillo como punto de acceso a otras dimensiones, mientras que otros aseguran que realizaban invocaciones para obtener la ayuda de entidades sobrenaturales en la guerra. Lo cierto es que tras la liberación de Checoslovaquia, se hallaron documentos y artefactos extraños en los sótanos del castillo, muchos de los cuales fueron destruidos o clasificados como secretos de estado.
¿Qué guarda Houska en su interior?
En la actualidad, Houska es un lugar de peregrinación para quienes buscan lo macabro y lo inexplicable. Visitantes de todo el mundo recorren sus pasillos y observan sus gárgolas amenazantes, con la esperanza de vislumbrar una sombra fugaz o escuchar un susurro desde el más allá. Muchos aseguran sentir una extraña opresión en el pecho al caminar por sus habitaciones, como si una presencia invisible los observase con detenimiento.
En la capilla, el lugar más inquietante del castillo, hay frescos antiguos que muestran figuras humanas luchando contra seres que parecen salidos de pesadillas. En un rincón, la piedra que cubre el supuesto abismo parece palpitar, como si al otro lado algo aguardara pacientemente a que se baje la guardia. Los más osados se han quedado en Houska durante la noche, pero pocos han logrado aguantar hasta el amanecer. Hablan de pasos en los pasillos vacíos, susurros que brotan de la piedra y, en una ocasión, de un olor sulfuroso que se coló por debajo de la puerta de la capilla.
El castillo de Houska no fue hecho para proteger ni para habitar. Su propósito es otro. Un propósito que, después de más de siete siglos, sigue levantando preguntas y manteniendo a los curiosos en vilo. Porque en este lugar, donde la realidad se entrelaza con la leyenda, uno nunca puede estar seguro de qué es lo que realmente yace bajo la superficie.
Relatos del pasado con hechos curiosos y misteriosos de nuestra historia en tu bandeja de entrada. Te apuntas gratis. Te borras gratis.