Tanto esfuerzo para esto

El diario de viaje

Esatabamos

en medio de la nada ante un imponente caserón tan grande que casi se nos pinza el cuello de mirar hacia arriba para obsrevar toda su extensión.

Comenzamos con la primera fase, inspeccionar el lugar y asegurarnos de que estamos claramente, repito, claramente, en un sitio abandonado. Afinamos la vista y el olfato:

Maleza por encima de nuestra cintura.

Puerta cerrada, con telas de araña y medio tapada por las zarzas.

Ninguna marca de neumáticos ni pisadas.

Sin corrente eléctrica, algo más fácil de saber de lo que pueda parecer.

Olor a naturaleza … ni maria-juana, ni otro tipo de olores extrañas que denoten actividad.

Y silencio.

Sí, en particular, silencio: ni perros, ni gatos, ni gallinas, ni ovejas, etc.

Nada.

Dimos unas cuantas voces, nunca está de más.

¡Pepe!, ¿estás en casa?

Nuevamente, silencio.

Si te estás preguntando si es una buena idea dar voces, te diré que no lo es en medio de un pueblo, tardarás 0,01 segundos en tener un montón de ojos en tu cogote, pero si estás “más sólo que la una” perdido en algún sitio recóndito, grita, a pleno pulmón.

Hazme caso, o no, eso ya es cosa tuya.

Si repentinamente aparece Pepe con legañas y un garrote, no digas que no te avisé.

Bien.

Primera fase completada, pasamos a la segunda, encontrar por donde podríamos colarnos, así que nos ponemos en modo ojos de buho y miramos todos los rincones del caserón, aparentemente:

Puerta: cerrada

Balcón 1: cerrado

Balcón 2: cerrado

Ventanas a 3 metros de altura: cerradas

Ventana a 5 metros de altura: abierta

Oh mier-da, que poco motivador.

Muchas veces es imposible acceder a ciertos lugares, pero te daré otra recomendación, las apariencias engañan, así que toquetea, algunas puertas y/o ventanas se abren con un simple empujón. No siempre, claro, pero más veces de las que parece.

Arrancamos la fase tres, el toqueteo. No pienses mal, toqueteo de accesos al abandono, aunque si te va el rollo de refocilar en el campo y vas con tu pareja, oye … por probar no pasa nada.

Pues eso, a tocar puertas, ventanas y cualquier cosa que se pueda abrir.

Nada. Sin éxito, por lo menos, sin posibilidad de entrar por cualquier sitio que esté a pie de calle, tenemos que subir las apuestas y ver accesos que están elevados.

¿Cómo?

Modo 1: escalando, si tienea agilidad, ganas, y quizá seas algo temerario.

Modo 2: con escaleras, también hay que ser algo temerario, pero más seguro que escalar a pelo.

¿Resultado?

Te lo cuento en el próximo correo.

Eeeee…. ¡pero que cabro-nes que sois!

Pues sí, ¡un poquito! Pero no es por mi, es por ti, que a este paso acabrás bostrzando mientras lees el correo.

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