A veces recuerdo esos viajes que hacíamos en verano para ir a ver a la familia al pueblo, pueblo que está en la llamada Andalucía oriental, a más de 800 kilómetros de la ciudad de Barcelona en la que vivimos.
Ahora es un viaje largo, pero bastante cómodo. Autopista y autovía todo el trayecto y prácticamente, o totalmente ¡gratis! … dependiendo de algún que otro tramo y si quieres hacer desvíos para no pagar o no.
Desde que quitaron los peajes en prácticametne la totalidad de la AP7, más conocida como autopista del mediterráneo, que conecta el sur de Espala con francia por la costa levantina, ir al pueblo es casi un paseo, largo, pero un paseo.
Esto no fue siempre así.
Hace más años de los que me gustaría, ir al pueblo era toda una odisea. No sólo porque las autopistas fueran de pago, sino porque algunos tramos no existían. Ya no hablemos de las autovías.
Y si hablamos de los coches … coches que se refiegeraban con las ventanillas bajadas y poniendo toallas en las ventanas para que no entrase el sol a las horas más extremas. Bueno, esto todavía lo vemos de vez en cuando.
Ir a Andalucía en aquellos años era toda una planificación logística. Solíamos salir muy pronto, de hecho, de madrugada, para aprovechar las horas en las que el sol no pegaba y cuando lo hacía todavía no era como para freir un huevo, para así pasar las principales ciudades donde el tráfico se congestionaba lo antes posible.
El sol nos acababa alcanzando. En pleno julio el coche parecía un horno, pero como era normal no tener aire acondicionado en el coche, nos quejábamos de lo de siempre (algo muy español) y seguíamos adelante, mirando por la ventana, viendo las carreteras, vacas, pueblos, y casas abandonadas, muchas de ellas ruinosas.
Ya por aquellos años mozos (o de renacuajos) nuestra mente curiosa se preguntaba qué hacían allí esas casas en ruinas, quién habría vivido en ese lugar, porqué marcharon, porqué nadie las reconstruía … preguntas y más preguntas …
Están así por la guerra
Esa era la respuesta más habitual que recibíamos de los adultos, y no era falsa, la guerra civil española dejó cientos (miles sería más apropiado) de ruinas por todo el país … pero la curiosidad no quedaba saciada.
Qué habría habiro detrás de aquellas cuatro piedras no quedaba respondido.
Fíjate, a día de hoy, nos seguimos haciendo prácticamente las mismas preguntas, sólo que ahora, cuando podemos, paramos, nos adentramos entre los muros solitarios que un día formaro un hogar, y tratamos de desgranar qué sucedía allí.
En esta ocasión, como si de un viaje de antaño se tratase, mientras circulábamos por una carretera rural, vimos una casa abandonada, comida por la vegetación, y con claros signos de inminente derrumbe.
Paramos en un saliente de la carretera para no entorpecer al nulo tráfico que por allí había y nos adentramos en el lugar. Tuvimos una sorpresa desagradable, ya lo habrás imaginado por el nombre de este post, pero puedes ver el vídeo sin temor, no hay nada escabroso!