Hoy toca un correo controvertido.
Ya sabes, si no eres una persona de mente abierta, mejor no lo leas, quizá te resulte un tanto directo. No todo el mundo es capaz de digerir las palabras crudas.
Voy a hablar de la estupidez humana.
Verás.
La Primera Ley Fundamental de la estupidez humana afirma sin ambigüedad que:
Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.
Esto no lo digo yo, lo dijo Carlo Cipolla, historiador, escritor y profesor universitario en la Universidad de California de Berkeley, Universidad de Catania, Universidad de Pavia y algunas universidades más que no creo necesario mencionar, ya sabes por donde van los tiros.
Cipolla sería lo que fuere, pero tonto, no era.
Estas palabras se encuentran en un ensayo que escribió en 1976. Hace casi medio siglo. Esto de la estupidez viene de largo, de hecho, probablemente venga desde que el mundo es mundo.
Bien.
En 1976 no existía internet. Ni redes sociales. Ni YouTube.
Las cosas se hacían cara a cara o por teléfono.
Quién era estúpido, o te ponía a caer de un burro por la espalda con el riesgo que te llegasen las críticas por radio macuto, o tenía que ser estúpido en tu cara.
Ninguna de las dos opciones era fácil, ya que implicaba que el estúpido podía verse obligado a ser descubierto, cuestionado por su estupidez. Algo no agradable de digerir. Aunque todo sea dicho, el estúpido rara vez se entera de que lo es y por lo tanto, que está cometiendo una estupidez , lo que además de estúpido le hace que sea un peligro verbal andante.
En 2023, las cosas han cambiado. Las redes sociales son un caldo de cultivo perfecto para que cualquiera de nosotros pueda expresar su estupidez desde el sofá, la cama o el baño sin complejos. Es tremendamente sencillo decir tonterías a personas desconocidas de cualquier parte del mundo.
Además, no tendrán que enfrentarse cara a cara con la víctima de su estupidez, lo que facilita mucho dar rienda suelta a la imbecilidad humana y el desmerecimiento del trabajo ajeno.
Si a esto sumamos que el contenido que ven es totalmente gratis, la cosa se pone todavía más interesante, o mejor dicho, es más vergonzosa. Se emiten insultos por algo que ni tan siquiera han soltado un duro y con lo que están perdiendo su tiempo:
¿Pero qué clase de porquería es esta?
No me gusta como hablas, das asco.
No sabéis que hacer para engañarnos, sois unos mentirosos
Estos son algunos ejemplos, hay más, de hecho, podría vender los comentarios estúpidos a kilos. ¿Sabes por qué? Porque como decía Cipolla, subestimamos el número de estúpidos que circulan por el mundo.
A estas alturas, ya habrás entendido a qué me refiero.
Mira.
Los estúpidos, gilipollas y demás especímenes que se dedican a demostrar lo que son tras una red social, no tienen remedio ni los podemos evitar, es más, cuanto más cosas interesantes hagas en la vida, más payasos saldrán a tu alrededor a decirte lo inútil que eres. Así que te daré un consejo no solicitado, pasa de ellos olímpicamente, ya que existe una cara B.
Quiero romper una lanza por todas aquellas personas de mente abierta, comprensivas, respetuosas, amables y un montón más de adjetivos en los que podría extenderme.
En muchas ocasiones, esta masa social es invisible. No se dejan ver. No sé el motivo, aunque intuyo algunos de ellos que podría desgranar, aunque esto se convertiría este texto en un mamotreto demasiado extenso, mejor para otro momento.
Dicho esto, en los próximos días, te contaré algunas anécdotas, algunas seguro que te hacen reír, otras llorar, aunque también de risa … que para penas ya tenemos la vida.
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