La decadencia invade esta mansión abandonada que lucha por sobrevivir contra las inclemencias de la naturaliza, un lugar entrañable y maravilloso que probablemente no te deje indiferente. Comenzamos nuestra aventura.
Te robamos.
Intentamos engañarte.
A veces de forma consciente. A veces nos engañamos a nosotros mismos pensando que así también te engañamos a ti, pero no, no lo hacemos.
Todo es en vano.
Tu lo sabes. Tú sabes la verdad. Tu lo sabes todo.
Ves qué sucede a tu alrededor, ves que hay realmente detrás de nuestra apariencia, de nuestras intenciones. Sabes bien cómo te tratamos y cómo intentamos arrebatar tu espacio.
Y nos dejas hacer, callas, nos miras en silencio desde tu omnipresencia, viendo cómo nos sentimos libres, sabiendo que algún día, marcharemos, no dejaremos nada, nos iremos con nuestros miedos, nuestras alegrías, y nuestras mentiras.
Y será entonces, cuando todo aquello que siempre te ha pertenecido, volverá a tus manos.
Dejarás que tus brazos acarician con suavidad los muros que hemos construido para detenerte, dejarás que los lugares más oscuros vuelvan a la vida que tú construyes.
Para cuando nos demos cuenta, ya habrás echado raíces, ya habrás recuperado tu terreno, ya no podremos hacer nada más que intentar robarte de nuevo.
Ay Naturaleza, estimada naturaleza, ¿por qué nos empeñamos en intentar burlar las reglas de juego? ¿por qué nos creemos más listos que tú? ¿por qué no aprendemos de ti y nos dedicamos a observar como pasa nuestro tiempo finito con serenidad, honradez y buen hacer?
A saber, quizá sea nuestra propia naturaleza interior. Sea como sea, mientras nosotros seguimos enfrascados en nuestras vicisitudes, tu sigues extendiendo tus raíces, y hay alguien incrédulo en la sala, no te despegues de la pantalla, porque lo vas a ver.
Tenemos que remontarnos a la Francia de 1850 para conocer los orígenes de este lugar. La familia Renaud, una familia vinculada al campo, decidió invertir todo lo que tenía en unos terrenos que gozaban de un clima muy especial para el cultivo de unas variedades selectas de uvas.
El Sr. Renaud vio que el clima, el tipo de tierra y los minerales del terreno, hacían se produjera una uva que, a pesar de no salir en grandes cantidades ni ser de gran tamaño, podía tener altas concentraciones de azúcar y potencia de sabor con la que producir un exquisito vino de alta calidad, de modo que él y su familia, se embarcaron en el proyecto de su vida, hacer una impresionante bodega que, por cierto, continúa activa, donde la calidad y la excelencia fueran marca de la casa.
Curiosamente, no construyeron su casa, esta que estás viendo, en la misma bodega, algo que era muy habitual en aquella época, sino que decidieron vivir en una mansión separada del complejo de trabajo.
Todo parecía ir viento en popa, los Renaud estaban viviendo su sueño, ajenos a que tenían una amenaza más cerca de lo que jamás hubieran pensado.
En una época donde la información se transmitía en papel y por el boca a boca, no era fácil estar al corriente de lo que sucedía en el mundo como ocurre actualmente.
Mientras los Renaud estaban en los inicios de su nueva vida en el campo, allá por 1854, en el este de Estados Unidos se había detectado un parásito que afectaba a varios tipos de planta, incluyendo la vid. Al principio parecía un parásito medio inofensivo que pasaría a mejor vida en poco tiempo, pero no fue así, se extendió por todo el país americano y allá por 1860 el parásito había tomado proporciones de plaga que pondría en jaque la viticultura a nivel mundial.
Algunos agricultores, ajenos a lo que estaba sucediendo, decidieron importar nuevas variedades de uva de Estados Unidos, hecho que hizo que la filoxera llegase a Europa en 1963, afectando principalmente a Gran Bretaña y algunas comunas de Francia con unas consecuencias dramáticas, ya que la vid Europea era mucho más sensible a la filoxera que la vid americana.
Las alarmas comenzaron a resonar en toda la comunidad vitivinícola, que poco pudo hacer al respecto. En 1875 la filoxera había afectado prácticamente a toda Europa y se había iniciado el salto el salto a Australia.
Los Renaud sufrieron un duro golpe justo cuanto más necesitaban su producción para poder seguir inyectando dinero en su proyecto de vida. Muchos fueron los agricultores que ante el escenario dantesco que se había presentado, decidieron cambiar de cultivo y dejar el vino. No fue el caso de los Renaud que, a pesar de las dificultades, siguieron adelante en su empeño de ser un referente en el mundo del vino.
Finalmente, llegó una solución para la plaga. Consistía en injertar en la vid europea, muy sensible a la filoxera, tallos de vid americana, mucho más resistente a la filoxera. De esta forma se reforzaron los cultivos y progresivamente, las parras fueron desarrollando resistencia al parásito.
No todos los agricultores sobrevivieron a tal varapalo. Los Renaud, sí lo hicieron.
Los Renaud, una familia de fuertes convicciones, continuó con su proyecto, y una vez superadas las complejas pruebas a las que a veces nos somete la vida, tenían su bodega en pleno rendimiento, y su casa convertida en un cálido hogar que contaba con todo lujo de detalles.
Deducimos que tuvieron por lo menos dos descendientes, que continuaron con el negocio familiar, no obstante, otro de los juegos del destino hizo que uno de los hijos tuviera que pasar por una de las experiencias más crudas que debe existir en el mundo, a continuación te lo explico.
Los sueños mueven el mundo.
Este mundo se sustenta sobre las acciones y logros, a veces aparentemente imposible, que realizan grandes personas.
¿Quieres saber quiénes son esas grandes personas?
Todos.
Todos somos grandes personas.
Todos tenemos ilusiones, esperanzas y sueños, la diferencia es que unos luchan por ellos, y otros no.
No me interpretes mal. Hay a quien la vida le ha dado malas cartas y la supervivencia está por encima de cualquier sueño, sin embargo, quien tiene la fortuna de poder elegir y decide no perseguir aquello que quiere, está desperdiciando una gran oportunidad.
Los Renaud sabían esto, y decidieron elegir.
Eligieron luchar por sus sueños, decidieron comprar su viñedo, decidieron construir su bodega, y este increíble hogar en el que vivir, tal como vimos en la primera parte de este vídeo.
Cosas de la vida, los sueños de los padres no tienen porqué coincidir con los sueños de los hijos, y esto, es lo que sucedió aquí, así que prepárate para conocer el auge y el desenlace de la familia Renaud y la caída en la decadencia de la mansión de las raíces.
Recién entrado el siglo XX, los Renaud no daban a basto con su bodega, sus hijos y casa.
La buena calidad de sus vinos les había dado fama en todo el país y recibían pedidos de distintos puntos de Francia.
París era uno de sus mayores puntos de entrega, servían principalmente a bodegueros y restauración.
En aquella época no resultaban nada fáciles lo que podríamos denominar las operaciones logísticas. Recibían cartas en papel con pedidos que debían ser registradas adecuadamente y preparar los envíos que iban a viajar cientos de kilómetros en vehículos que no destacaban por tener los mejores amortiguadores del mundo.
Se apañaban bien, pero no tuvieron más remedio que contratar a personal para la bodega y servicio que le ayudara con los hijos y el cuidado de la mansión.
Y así, fue transcurriendo el tiempo.
Los años 30 del siglo pasado, fueron convulsos. El crack del 29 hizo temblar los cimientos de la economía mundial, y sin estar el mundo recuperado de la llamada gran depresión, se estaba gestando la segunda guerra mundial que daría su cara más cruda en 1939 con el inicio de las hostilidades.
Por si no fuera poco, los Renaud habían dejado este mundo con una avanzada edad, quedando todo su patrimonio en manos de sus hijos que, durante un tiempo, continuaron con la tradición familiar.
Deducimos que mientras el hijo se enroló en el ejército bajo bandera francesa para luchar en el conflicto armado, su hermana estuvo a cargo de los negocios que, nuevamente y a pesar de las adversidades, se mantuvo a flote.
Finalizada la guerra, ambos hermanos siguieron cultivando el campo, atendiendo la demanda, incluso obteniendo premios por la calidad de sus vinos.
La documentación que hemos encontrado, nos hace pensar que Renaud Jr. tuvo por lo menos dos hijos, no hemos logrado obtener información acerca de su hermana, lo que no quiere decir que no forme su propia familia.
En cualquier caso, el sueño de los hermanos no era el sueño de sus padres. A pesar de luchar por la herencia familiar durante décadas, en 1965 vendieron la bodega y los terrenos a un poderoso terrateniente.
Y aquí, es donde la historia se torna un tanto confusa.
No tenemos la certeza de que la mansión se vendiera junto a la bodega y los terrenos, ya que hay documentación familiar y del servicio que les acompañó durante su estancia en el lugar.
Presumiblemente, continuó viviendo en la casa Renaud Jr. junto a su mujer y dos hijos que nacieron tras finalizar la segunda guerra mundial.
A su muerte, a finales del siglo XX, la saga Renaud se mantuvo en este lugar, aunque a diferencia de sus ascendentes, la vida no les tenía preparada una apacible vejez, ambos fallecieron entre el 2008 y 2010, fechas que coinciden de forma aproximada con la fecha de caducidad de algunos de los productos que encontramos en el lugar.
Si los Renaud levantaran la cabeza, no sabemos si se habrían alegrado de que sus hijos tomaran su propio camino, pero de lo que seguro estarían contentos, es que su bodega y sus vinos continúen complaciendo los paladares más selectos en nuestros tiempos.
Por cierto,
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