Palacio abandonado en el que durmió Napoleón

El palacio abandonado en francia del te

Exploramos un espectacular palacio abandonado que se construyó bajo el mandato del rey Luis XV de Francia por un destacado militar del Real Ejército Francés que no se pudo mantener, acabando abandonado.

Esta historia comienza en el siglo XVIII, concretamente en 1715, cuando el rey de Francia, Navarra y copríncipe de Andorra, Luis XV, también conocido como el bien amado, heredó el trono de su bisabuelo Luis XIV, contando con la edad de 5 años. 

Como curiosidad, te diré que era costumbre vestir a los niños de la realeza de niña en aquella época.

Durante su infancia, tuvo varios preceptores que le proporcionaron una exquisita formación. Entre tanto, el poder era ejercido de forma ejecutiva por regentes. Cuando Luis XV llegó a la mayoría de edad, recibió todo el poder que le correspondía, pero en lugar de ejercerlo directamente, lo delegó inicialmente en uno de sus preceptores.

Independientemente del bajo interés de Luis XV por la política del país, el estado contaba con unas fuertes estructuras que se debilitaron profundamente en un futuro, pero … ya llegaremos a esto.

En 1652, Luis XIV, el bisabuelo del rey apodado el bien amado, creó el Real Ejercito Francés, ejército que estuvo sirviendo a los monarcas hasta 1830, con la salvedad de un periodo de unos 20 años muy relevantes para la historia que nos ocupa.

Una de los militares de más alto rango del Real Ejercito Francés, al que llamaremos Antonello, mandó construir este palacio en la primera mitad del siglo XVIII, siendo un lugar en el que se ostentaba un gran poder y se tejían grandes estrategias militares al servicio del monarca.

Como digno palacio que era, apto únicamente para las familias extremadamente ricas, contaba con lujosas estancias para los inquilinos, habitaciones que podían ser ocupadas por invitados, carros para viajes y personal de servicio permanente.

La historia no ha tratado bien a Luis XV, que a pesar de tener algunas ganancias territoriales, destacó más por rumores sobre la corrupción de su corte y un gasto en batallas no compensado con ingresos, debilitando las arcas y creando incomodidad en el pueblo, lo que sembró la semilla para la Revolución Francesa de 1789.

El Real Ejercito Francés no fue ajeno a estas circunstancias, Antonelle, quien ostentase importantes galones en su traje militar, aparentemente no pudo mantener el palacio, tanto por la merma de ingresos, como por la presión de la revolución contra las instituciones de poder.

Esto motivo el que podemos denominar el primer abandono del Palacio del Té, que cerró sus puertas durante una buena temporada, para ser reabiertas algunos años después con un contexto muy distinto al que existía cuando lo construyó Antonelle.

Para ponernos en contexto, nos vamos a ir a las últimas décadas del siglo XVIII, décadas en las que el palacio del Té fue cerrado por su propietario Antonello al no poder mantenerlo a raíz de la convulsa situación política y social que mermó su riqueza. 

Entre tanto, Luis XV, sin saberlo, estaba viviendo sus últimos años, años complejos ya que además de su apatía política, tenía a la corte revolucionada por sus caprichos amorosos. Construyó algunas habitaciones en la planta superior de su despacho para su amante, Madame du Barry, algo que tenía terriblemente enfadada a su mujer, María Antonieta y dividida la corte.

El 26 de abril de 1774, Luis XV comunicó que se sentía enfermo, así que tuvo que suspender el viaje que estaba realizando y volver a palacio. Le atendieron seis cirujanos que le practicaban sangrías, un peculiar e inútil tratamiento. El 10 de mayo del mismo año, Luis XV exhaló su último suspiro, dejando un país más que dividido a su sucesor, su nieto, Luis XVI, que no tardaría en perder la cabeza, literalmente … y el palacio del Té reabriría sus puertas, de nuevo.

Luis XVI se enfrentó a un país dividido y prácticamente ingobernable. La situación era tan grave, que tuvo que convocar lo que se denominaba Estados Generales, un órgano que no se reunía desde 1618 y se componía por la nobleza, el clero y el tercer estado, siendo este último una agrupación que representaba al pueblo y a la que se había unido una parte importante de la burguesía.

Cómo era habitual (que no bueno, y en muchos lugares se mantiene) la nobleza y el clero gozaban de un poder extraordinario según el cual tenían la potestad de bloquear cualquier propuesta que se hiciera en los Estados Generales, privilegio que no tenía el tercer estado.

No olvidemos que el tercer estado estaba aglutinando un gran poder por la adhesión de la burguesía, así que envalentonados, se constituyeron en Asamblea Nacional y se proclamaron únicos depositarios de la soberanía, sin reconocer al rey como monarca.

Luis XVI mandó al ejército real, ejército del que era un alto cargo Antonello, propietario del palacio del té, a combatir la Asamblea Nacional para neutralizar este bando contrario a la monarquía. Quién podía imaginar entonces que la fuerza popular se lanzaría con hachas, azadas y cualquier otro artilugio que sirviera de arma, a tomar la Bastilla, una fortaleza que protegía la parte oriental de París, La revolución francesa estaba en marcha.

Quizá te estés preguntando, ¿qué tiene que ver todo esto con el palacio del té? Pronto lo sabrás.

La Asamblea Nacional triunfó sobre la monarquía y tomó el control sobre el país. Tras un debate interno intenso, se restituyó a Luis XVI como mandatario, pero tenía tan pocos poderes que comenzó a urdir argucias para llevar el país a la agonía.  La situación era insostenible, así que en 1792 se suspendió definitivamente su mandato y tras juzgarlo, fue condenado a morir en la guillotina en 1793.

La revolución continuó, sin embargo un destacado general se alzó como el primer cónsul de la república el 11 de noviembre de 1799, naciendo un estado imperialista. Este general era nada más y nada menos que Napoleón Bonaparte.

Cosas del destino, una de las personas más allegadas a Napoleón era el hijo de Antonello. Ironías de la vida, el padre sirvió a la monarquía mientras el hijo lo hizo a la república.

El hijo de Antonello reabrió el palacio del té, gozando de una muy buena posición dentro del nuevo régimen, lo que llevó a este lugar a vivir una segunda etapa de esplendor. Se dice incluso, aunque no hemos podido verificar, que el propio Bonaparte pernoctaba en este lugar cuando pasaba por la zona en algún viaje de estado.

La cercanía entre el general y el hijo de Antonello era tal, que le nombró senador. Sus nuevas responsabilidades le llevaban a París con mucha frecuencia, de modo que decidió instalarse allí definitivamente, vendiendo el palacio a un familiar, concretamente a una prima que se instaló con su familia.

El palacio no volvió a cambiar de manos, las distintas generaciones de la rama familiar que adquirió el lugar, vivió aquí gozando de grandes comodidades, sin embargo, los vaivenes de la acontecimientos a lo largo de los años en Francia mermaron la capacidad económica de los últimos descendientes que se vieron forzados a abandonar el palacio.

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