El tiempo, implacable, discurre sin compasión. Tras su paso, deja un rastro de destrucción y decadencia.
Las personas envejecemos irremediablemente.
Los objetos se desgastan.
Los lugares se transforman y acaban convertidos en recuerdos de lo que un día fueron.
Los cuerpos envejecen. Las arrugas marcan los rostros. Las canas inundan el cabello. La juventud se aleja sigilosamente, sin pedir permiso, sin previo aviso, dejando atrás un vacío y una energía que nada puede llenar.
Las casas no corren mejor suerte. La ausencia de habitantes las condena a la oscuridad, a las agresiones de la naturaleza y a su descomposición progresiva.
El paso del tiempo es cruel. Lo que hoy nos parecen hechos vitales, pronto se desvanecen sin dejar rastro, perdiendo toda su importancia. Nos aferramos a recuerdos, tratando de mantener viva la llama de lo que alguna vez fue, pero todo es inútil. El tiempo siempre gana, siempre deja su marca inconfundible en todo lo que toca, sin que podamos hacer nada al respecto.
En medio de tanta crueldad, queda espacio para cierta belleza.
La madurez trae sabiduría. Los sitios antiguos cuentan historias y los lugares decadentes tienen un encanto especial, el encanto del pasado.
Aprovecha tu tiempo mientras puedas, porque algún día, se acabará y será tomado por otros.
Esta casa abandonada, justo en el borde de una población, es un recordatorio desolador del tiempo que discurre delante de nuestras narices.
En algún momento, esta casa había sido un hogar cálido y acogedor. Ahora sólo queda un esqueleto vacío y solitario, condenado a la ruina.
A veces, al caminar por estancias vacías, podemos imaginar el eco de las risas y el ajetreo de vidas pasadas. Sin embargo, el viento que sopla a través de los huecos de las ventanas parece susurrar una triste canción que nos recuerda que esa felicidad abandonó este lugar hace mucho tiempo.
No en pocas ocasiones, la nostalgia se apodera de nosotros mientras recorremos las frías habitaciones que un día fueron cálidas. Los recuerdos de aquellos que alguna vez habitaron estos sitios abandonados parecen estar impregnados en cada rincón.