Hay casas abandonadas que parecen tener vida propia. Emanan un magnetismo que nos atrae irremediablemente a su interior, como si un susurro imperceptible nos empujara a adentrarnos en sus entrañas para escudriñar sus secretos.
El misterio, la decadencia y la nostalgia invaden cada rincón de la casa que vamos a visitar, un sitio enigmático que parece destinado a permanecer entre las sombras hasta el final de sus días.
Nos encontramos en la casa de Margot, una niña que creció junto a sus padres y rodeada de familia en una pequeña localidad del norte de Francia de apenas 100 habitantes.
Deducimos que Margot murió hace unos 25 años, quedando la casa abandonada a su suerte. La falta de documentación y la ausencia de fotos de finales del siglo pasado nos hace pensar que en sus últimos años ya no vivía aquí de forma permanente.
Vamos a meternos de lleno en este misterioso lugar. Iniciamos otro recorrido por el encanto del pasado.
Nos acercamos a esta casa francesa por un camino boscoso, sin más acompañamiento que el crujir de las ramas bajo nuestros pies, la tenue iluminación de la linterna a mínima intensidad para complementar la luz de la luna y mucho sigilo.
Nunca se sabe qué te depara un abandono.
Al llegar a la entrada principal, nos topamos con unos grandes pórticos de madera maciza color marrón oscuro que parecían guardar celosamente el interior de la casa, pero sin cortar el paso a quien se aventurase a su interior, ya que se abrieron con un suave empujón.
Todo un mundo se abrió ante nosotros.
Por más que analizamos la casa para desentrañar su historia, incluso en el momento de editar el vídeo, nos topamos con una disonancia que nos descoloca.
Es como si hubieran existido dos periodos temporales distintos: uno correspondiente a la primera mitad del siglo pasado, y otro a partir de los años 80 hasta casi el 2000, fecha en la que la casa quedó abandonada.
Elementos como fotos antiguas, lámparas de queroseno, velas usadas, etc., nos trasladan al periodo más antiguo, a la época en la que creció Margot. Sin embargo, los electrodomésticos como el lavavajillas que inició su comercialización en 1987, los radiocasetes y revistas ochenteras y noventeras pertenecen a un segundo periodo en el que hay una ausencia total de fotografías y otros enseres personales.
Es como si Margot se hubiera trasladado en sus últimos años a otro lugar y sólo visitara la casa puntualmente o durante las vacaciones hasta que falleció cerca del año 2000, comenzando entonces la degradación y decadencia de la casa.
¿También lo ves como nosotros? Coméntanos, estaremos encantados de leerte y charlar sobre esta deducción.