En las colinas brumosas de Pendle Hill, en Lancashire, Inglaterra, se desarrolló uno de los capítulos más oscuros y surrealistas de la historia británica. Todo comenzó en 1612, cuando un grupo de doce personas fue llevado a juicio bajo la acusación de brujería. El trasfondo de este caso es más complejo de lo que se pueda imaginar. No se trataba únicamente de creencias en lo sobrenatural, sino de rivalidades locales, luchas de poder y, por supuesto, una buena dosis de paranoia colectiva.
La trama de los juicios de Pendle gira alrededor de dos familias rivales: los Device y los Chattox. Ambas habían vivido en los márgenes de la sociedad, ganándose la vida como curanderos, mendigos y, según algunas versiones, practicantes de hechicería. En un pueblo donde la pobreza se extendía como un manto de desesperanza, no era raro que surgieran rumores de brujería cada vez que las cosechas se marchitaban o un niño caía enfermo. Pero lo que comenzó como chismes y envidias pronto se transformó en una tormenta de acusaciones.
Una confesión absurda: el origen del caos
El 18 de marzo de 1612 fue el día en que las cosas se descontrolaron. Alizon Device, una joven del clan Device, tuvo un enfrentamiento con un vendedor ambulante llamado John Law. Según la versión oficial, Alizon le pidió a Law unas baratijas y, tras ser rechazada, lo maldijo. Inmediatamente, el pobre hombre cayó enfermo. Aterrorizada por lo que había sucedido, la joven fue apresada, y en su desesperación, confesó que había invocado al diablo para castigar a Law. A partir de ahí, las confesiones, cada una más disparatada que la anterior, se sucedieron como piezas de dominó cayendo una tras otra.
Elizabeth Device, madre de Alizon, afirmó que la familia llevaba años practicando la brujería y que se reunían en una especie de aquelarre en Malkin Tower, la precaria vivienda de los Device. La histeria se propagó rápidamente. Los Chattox, la familia rival, también fueron implicados. Cualquier vecino con quien se hubiera tenido algún pleito se convirtió en sospechoso de brujería. La paranoia se esparció como una peste, y pronto, una docena de personas estaba tras las rejas, acusadas de pactar con Satanás y de sembrar el mal en Pendle Hill.
Un juicio ridículo y su trágico desenlace
Los juicios de brujería en Inglaterra no eran una rareza, pero el caso de Pendle se destacó por su crueldad y por la forma en que se manejaron las pruebas. El tribunal se basó en testimonios de niños, en confesiones forzadas y en pruebas circunstanciales. Uno de los momentos más impactantes fue cuando Janet Device, una niña de tan solo nueve años, subió al estrado para testificar en contra de su propia madre y su hermano. Con la voz temblorosa, describió en detalle cómo su madre, Elizabeth, supuestamente hacía pactos con el diablo. Las palabras de la pequeña sellaron el destino de los Device.
El veredicto no se hizo esperar: diez de los acusados fueron condenados a muerte por brujería. Solo dos lograron evitar la horca, pero sus vidas quedaron arruinadas para siempre. El pueblo, que había sido testigo de este espectáculo de superstición y venganza, volvió a la calma, pero con una mancha imborrable en su historia.
Pendle Hill: entre el misterio y la tragedia
Hoy, las colinas de Pendle atraen a curiosos, turistas y cazadores de fenómenos paranormales. La región se ha convertido en un punto de interés para aquellos que desean conocer la historia de las Brujas de Pendle, pero también para los que buscan experimentar un encuentro con lo inexplicable. Se dice que los espíritus de las brujas condenadas aún merodean por la zona. Los visitantes hablan de luces extrañas y de una sensación de inquietud que se apodera de uno al caminar por las laderas de Pendle Hill.
A pesar de la fascinación actual por el lado oscuro de este lugar, la historia de las Brujas de Pendle sigue siendo un recordatorio de lo destructiva que puede ser la ignorancia. Los juicios, impulsados por miedos irracionales y vendettas personales, no solo condenaron a inocentes, sino que también dejaron una cicatriz profunda en la memoria de la comunidad. En las noches más frías, dicen los lugareños, el viento sopla con un susurro casi inteligible, como si las voces de los condenados aún buscaran justicia.
La tragedia de las Brujas de Pendle se ha convertido en una leyenda, pero una que sigue recordándonos cómo el miedo y la superstición pueden convertir a un grupo de personas en víctimas de un juicio injusto y de un castigo que jamás merecieron.
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