El día estaba despejado, pero el viento soplaba con fuerza. Estábamos cansados y ya comenzaba a caer la tarde, nos quedaba poco tiempo de exploración, cuando de repente, nos topamos con este increíble caserón señorial abandonado, toda una mole de piedra construida con exquisita belleza que nos cautivó a primera vista.
La entrada no nos pareció obvia, ya que todas las puertas estaban cerradas, sin embargo, inspeccionando el lugar a fondo, encontramos un acceso que escondía una sorpresa de gran belleza.
Nada más entrar, nos encontramos con una espectacular capilla blanca de enormes techos y una belleza digna de admirar con calma durante horas. Un sitio donde echar el rato simplemente observando, disfrutando e imaginando cuantos rezos y plegarias se habrían realizado.
Estas construcciones sólo eran aptas para familias con poder económico. No sólo tenían un espacio privado para sus oraciones, sino que el simple hecho de tener una capilla en la misma finca donde vivían, les otorgaba un gran prestigio en su zona de influencia.
Fue una entrada apoteósica, pensamos que la brillante capilla sería lo más increíble que veríamos en la casa, y no puedo decir que no lo fuera, aunque he de afirmar, que no fue lo único, nos esperan imágenes preciosas de un lugar de otra época.
Existen pruebas solventes de la existencia de esta vivienda entre los años 1.300 y 1.400, sin embargo, nada queda de la estructura inicial, reemplazada por un núcleo central sobre el que crecerían módulos posteriores a partir del año 1.600.
Hay constancia de que en el siglo XIX se realizaron diversas reformas y ampliaciones, creando un importante complejo que no sólo amplió en núcleo central que servía de vivienda, sino que se crearon zonas de almacenamiento para los trabajos del campo y espacios para albergar jornaleros de temporada.
Aunque no se muestre en el vídeo, la casa cuenta con un techo exterior llamado de dos aguas, es decir, y para que se entienda de forma sencilla, un techo similar a un triángulo que cubría toda la estructura. El hecho de que este techo uniera los diferentes módulos del conjunto total, hace pensar que esta última reforma fue de gran magnitud y afectó a todas las partes de la hacienda.
En lo que refiere a las personas que aquí habitaron, según hemos podido averiguar, la masía perteneció a una misma familia desde sus inicios hasta poco antes de la Guerra Civil Española, fecha en la que murió la última propietaria sin descendencia directa, de forma que la familia de su marido asumió la propiedad y se perdió la línea de consanguinidad a la que durante tantos siglos perteneció este lugar.
Los nuevos propietarios nunca llegaron a habitar en esta masía, sino que lo hicieron en sus propias propiedades, quedando este imponente conjunto arquitectónico a merced de las inclemencias del tiempo y el azote de la naturaleza.
Todo y que no hemos podido verificarlo, parece ser que los actuales propietarios tienen una extensa documentación del tipo de trabajo que allí se hacía, el cultivo. Hay documentos de jornaleros, turnos, siembras, compras y ventas de género, momentos de siembra adecuados, etc.
Ante ti, otra joya de la arquitectura de los últimos siglos que acabará consumida por el tiempo.
Vidas enteras cayendo en el olvido. Vidas llenas de ilusiones, proyectos, trabajo, dramas. Vidas que ya no existen, pero que han dejado su legado para que seamos mejores en muchos ámbitos, pero en especial, nos gusta pensar, que para que seamos mejores personas.
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