Según la información que teníamos, esta casa abandonada estaba ocupada, a pesar de llevar abandonada más de un lustro. La ocupación no fue inmediata, durante un buen tiempo se mantuvo congelada en el tiempo tal cual la dejaron sus propietarios, pero de eso, te hablaré más adelante.
Era de noche. Estábamos muy cansados ya que llevábamos un día muy intenso, sin embargo, no pudimos resistir la tentación de acercarnos a la casa y comprobar si seguía ocupada o no.
Recorrimos un largo camino con la tenue luz de la linterna a través de un camino poco cuidado. Transcurridos unos minutos, vislumbramos la casa.
No vimos signos de que hubieran personas en su interior, todas las luces estaban apagadas y ni tan siquiera se apreciaban destellos de una vela. Sí, una vela, no es la primera vez que una casa sin luz es ocupada y alumbrada por velas.
Tensión. Mucha tensión.
¿Qué hacíamos ahora?
Decidimos asegurarnos de que el lugar estaba deshabitado, así que golpeamos la puerta con los puños tras comprobar que el timbre no funcionaba, preguntamos si había alguien, y ante la falta de respuesta, nos adentramos a la casa.
Hasta donde conocemos, la casa pertenecía a un matrimonio de edad avanzada, unos abuelos entrañables que disfrutaban del lugar en la tranquilidad que les proporcionaba el entorno, disfrutando de las visitas de sus hijos y nietos.
Con el paso de los años, el matrimonio enfermó hasta el punto de no ser autosuficiente, de forma que tuvieron que ser ingresados en una residencia en 2014, residencia de la que nunca volvieron.
La casa quedó deshabitada y los hijos no se hicieron cargo, desconocemos que podría motivar esta decisión que condenó el lugar al abandono, un abandono truncado por la okupación de la casa durante un tiempo que no hemos podido determinar.
En la actualidad, la casa no tiene suministros activos y se encuentra con la puerta abierta, estando sólo protegida por el recóndito lugar en el que se encuentra.